8/08/2017

Un par de apuntes sobre el caso Sendic





  • Título

El escándalo del título, además de dejar muy mal parado a Raúl Sendic, nos muestra el grado de improvisación que existe en la política uruguaya. Es realmente muy curioso que la mentira haya saltado recién en febrero del 2016.

En 2014, previo a la nominación a vicepresidente, cuando su nombre empezó a sonar, en el Frente Amplio debieron chequear al eventual candidato de manera de prevenir escándalos que pudieran aparecer en plena campaña electoral (o peor aún, luego de ser electo, cuando es mucho más difícil reemplazarlo). En otros países se verifican discursos, finanzas de campaña, declaraciones de impuestos, expedientes médicos, se los somete a extensos cuestionarios, etc (en este enlace se puede ver como se eligió al último vice norteamericano).

Exactamente el mismo razonamiento aplica para la oposición. Se gastaron millones de dólares en la campaña electoral, decenas de asesores diseñaron estrategias, jingles y spots pero obviaron lo elemental: ver si la fórmula presidencial rival tenia flancos débiles.

Ninguno hizo los deberes.




  • Tarjeta corporativa

Se ha dicho mucho al respecto y en general se la ha demonizado injustamente. Constanza Moreira propuso eliminarlas, luego Pablo Mieres se sumó a la iniciativa. Como si el problema fuera la tarjeta y no el jerarca que la utiliza mal.

La tarjeta no es mala per se, de hecho es una excelente forma de llevar un registro de todos los gastos de un funcionario. ¿Que habría pasado si Sendic hubiera recibido viáticos? Se los habría quedado y nunca nos hubiéramos enterado de las compras que efectuó en los free shops.

El problema central radica en que las tarjetas precisan que exista controles periódicos. Tal como lo detalla el diario El Observador, en ANCAP brillaban por su ausencia.



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