10/02/2017

La política a flor de piel








Tatuarse a Luis Alberto Lacalle, Julio Maria Sanguinetti o José "Pepe" Mujica para toda la vida parece ser un tanto arriesgado, ya que las preferencias políticas son muy variables en el tiempo. Sin embargo, en Uruguay hay algunos jóvenes que han desafiado a la lógica y el qué dirán para llevar a sus líderes en la piel.

Uno de ellos es Rafael Rondán, quién a falta de uno tiene tres tatuajes, uno en homenaje al ex presidente Lacalle, otro al Herrerismo y el tercero al Partido Nacional. Tiene 23 años, está terminando su última materia del liceo y piensa ingresar a la Facultad de Derecho el próximo año. De activa militancia en la juventud blanca, fue candidato a integrar el congreso nacional de la juventud que elegirá dos jóvenes para formar parte del directorio del Partido Nacional.



Rafael junto a Luis A. Heber, Luis A. Lacalle y Luis Lacalle Pou.


Es blanco porque "es el partido que creó esta patria, porque como dice nuestro escudo, es el partido defensor de las leyes. Siempre apoyó y fortaleció la democracia de este país, nunca derrocó a un presidente", y agregó, "es el partido pro derecho de las personas". 

Cualquiera de los tatuajes fueron hechos en forma de homenaje. El que distingue a Lacalle, tiene grabado su sobrenombre "Qki" junto al slogan de la campaña "creer para crecer" que lo llevara a la presidencia en 1989. Los otros dos rezan "Partido Nacional" y "Viva Herrera". Descarta arrepentirse.



Lacalle, Creer para Crecer (1989)


Distinta es la historia de Valentín González, jóven que se hiciera conocido por tatuarse el eslogan de campaña “por la positiva” utilizado por Luis Lacalle Pou en 2014. Lo terminó tapando con otro dibujo al tiempo que se unía al Partido de la Gente que lidera el empresario Edgardo Novick. Posteriormente retornó al Partido Nacional y como muestra su cuenta de twitter milita junto a Verónica Alonso. No fue posible conseguir su testimonio (hoy 22 de marzo de 2019 a las 18:15 integra las filas de Juan Sartori).


Valentín González. Fuente: Montevideo.com

Cuenta de Twitter de Valentín González.


Otra opción, en caso de arrepentimiento, es removerlo. En Montevideo existen numerosas clínicas estéticas que realizan este trabajo. Fuentes de una de ellas, que prefirieron no identificarse, nos confiaron que no han tenido que remover tatuajes de políticos uruguayos, lo más frecuente que quitan son nombres de ex parejas y cuadros de fútbol. Otros clientes llegan por motivos laborales pues la policía y la escuela militar no los permiten y se los hacen retirar.


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Gabriel Callico, dueño de Callico Tattoo, cuenta que de política nada de nada. Nunca le tocó crear ni tapar un tatuaje de este tipo, pero dice que ha visto que la gente se tatúa mucho la cara del ex presidente Mujica.

Uno de ellos es Ignacio Mederos,  quién pasó por las agujas de Alberto, responsable de Icaro Tattoo. Tiene 27 años y es de Río Branco, trabaja en una empresa de electricidad y además hace música y malabares. Actualmente no tiene militancia política, pero sí la tuvo en el Frente Amplio cuando era más chico y vivía en el interior. 

Deja claro que no se tatuó al Mujica político, sino a la persona. Lo admira por su historia y por su compromiso. Pepe le llega al alma. "Además es de mi época, en todos lados que lo ví fue la misma persona", expresó. Lo concibe como un filósofo, más que como político, de ahí que señala que nunca se va a arrepentir.  No tuvo oportunidad de mostrárselo aún, pero tiene ganas de caer por  la chacra un día de estos.


Tatuaje de Ignacio Mederos (Icaro Tattoo).


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Eduardo Sasía, propietario de Evolución Tattoo, trabaja en el rubro  hace 25 años, ha tatuado de todo pero nunca le han pedido un tatuaje de este tipo. "Lo que más se acerca es alguno cosa del Che Guevara", afirmó. 

En las antípodas del pensamiento marxista, así lo ha expresado una y mil veces, se encuentra Julio María Sanguinetti, fuente de inspiración del tatuaje de Joaquín Curcho. Este jóven, tiene las  iniciales de Julio María grabadas en una pierna. Tiene 22 años y milita en el Partido Colorado desde los 14. Estudia licenciatura en recursos humanos en la UDE y se dedica a la hotelería a pesar de no estar trabajando en la actualidad.  Junto a Julio Eduardo Sanguinetti, nieto de Julio María, pertenecen al grupo de la lista 2000 que se quedó en el Partido Colorado, el resto se fueron con el diputado Guillermo Faccello al Partido de la Gente.



Joaquín junto a Julio María Sanguinetti.

A pesar de no gustarle los tatuajes y manifestar que no cree que se vaya a hacer otro, hace dos semanas se despertó con la necesidad de hacerse uno. Para él, Sanguinetti significa muchísimo, es historia viva, representa los ideales y el deber ser de la política . "Escucho a Julio María y se me eriza la piel", señaló. Incluso, luego de culminado el tatuaje tuvo oportunidad de mostrárselo. Cuenta que le gustó y además le dijo "buenísimo, sin palabras". Joaquín pensó que lo iba a mandar al diablo. 

Al igual que Rafael e Ignacio está seguro de  que no se va a arrepentir jamás. 

El tiempo dirá.





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Nota en "La Mañana en Camino", 98.7 Diamante FM



Entrevista a Valentín González en Vespertinas (Canal 4) 


2 comentarios:

  1. me da la impresión que ninguno de los tres que se tatuó a ex-presidentes lo hizo por pensar que fueron buenos presidentes, o al menos no dijeron que esa fuera la justificación.
    El de Mujica: por lo filósofo, se tatuó a lo que yo llamo el Mujica-mito.
    El de Sanguinetti: porque le gusta escucharlo y leerlo.
    El de Lacalle: no dice nada, supongo que por haber ganado elecciones y ser del PN.

    Sobre el otro tipo, bueh! Tatuarse un slogan de una campaña solo porque ganó puedo entenderlo (pero no lo comparto para nada), pero tatuarse el slogan antes para abandonar a ese "líder" un par de años después....debo ser yo que veo al tatuaje como algo permanente, y este joven lo ve como "y bueh, se borra y listo"

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    1. Rafael, mi hijo nació en la Presidencia de Lacalle, no es porque ganó, el no vivió eso, su abuelo, su padre, y por supuesto yo , su mama y mi familia, somos del Partido Nacional, y aunque no me gusto que se tatuara, el ama al Partido, ha leído los libros que dejo su abuelo, conoce la gesta de Aparicio, pero sobre todo admira a Luis Alberto de Herrera, y por ende a toda su familia, que además lo han tratado siempre con mucha calidez. Casualmente yo nacida en 1965 también bajo un gobierno blanco. Y yo si puedo decir que a pesar de las muchas complejidades, tanto el segundo colegiado como el gobierno de Lacalle fueron buenos gobiernos. Y para muestras, ve este desastre, aun con tooodo a favor. Rossana

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